El Espejo y la Magia

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Los espejos han sido herramientas mágicas en todo tipo de latitudes desde hace cientos de años. Distintas tradiciones consideran que los espejos tienen la posibilidad de revelarnos más allá de lo aparente, atravesar mundos y ser medios para contactar con otras frecuencias.

A diferencia del espejo de Narciso, reflejo en el agua que funge como condena, el espejo mágico revela la verdad: solo refleja lo que hay, sin las máscaras o escudos que los seres humanos nos ponemos para protegernos. Ellos tienen la cualidad de ver el alma tal como es. Sirven para pronosticar lo que va a suceder en el futuro, o lo que sucede en el momento en otros parajes.

El cristal, como parte que conforma un espejo, se une a su simbolismo de autoluminosidad, de visión interior perfecta, y de pureza. En la alquimia, el cristal simboliza la perfección espiritual. La transparencia del cristal– y su existencia invisible– deja ver a través de él, convirtiéndose en un intermediario entre el mundo visible y el invisible, y por tanto en una base simbólica de la sabiduría, la adivinación y todas las facultades y poderes misteriosos.

Como se muestra en muchas películas y cuentos de hadas, el espejo se ha utilizado para la adivinación. Según el sentido popular de la palabra, adivinar significa conjeturar lo que se ignora; pero en sentido etimológico, la palabra adivinar proviene de divinari, es decir, ejercer la divinidad. Los instrumentos de adivinación no son otros que los medios que permiten a uno distraerse de la luz exterior, para centrarse únicamente en la luz interna.

Además de relacionarse con el agua, los espejos mágicos también se vinculan con la Luna, precisamente por su condición reflejante y pasiva, pues reciben las imágenes como la Luna la luz solar. Los mejores espejos son los que se realizan con plata –metal consagrado a la Luna y del que los antiguos creían que era producido por los propios rayos de ésta–. En el templo de Coricancha en Cuzco había un santuario consagrado a la Luna recubierto totalmente de plata. Así, el espejo y la plata aparecen relacionados con todas las diosas lunares, ya que forman parte de sus atributos y emblemas.

Espejos en la mitología y la religión

Los espejos aparecen como atributo de las diosas en los mitos y ceremonias de casi todas las religiones antiguas diseminadas por el mundo. Así, en el Egipto de hace miles de años, cuando las aguas del mar salpicaban las patas de la Esfinge y la meseta de Gizeh era una isla, los sacerdotes realizaban una ceremonia secreta a la salida del Sol, donde los primeros rayos del amanecer eran reflejados por un espejo de oro pulido que la Esfinge tenía en su frente, proyectándolos entre sus patas. También se han hallado en los sepulcros de la XIX dinastía espejos en forma de disco que eran encajados entre los cuernos de la diosa Hathor; esto probablemente era un símbolo de la capacidad adivinatoria de los dioses ctónicos.

Hubo una deidad femenina mesopotámica llamada Lamastu, que atacaba y seducía a los hombres y trataba de arrebatar a los niños de sus madres. Se cree que era una representación de la muerte y la enfermedad. Esta diosa en sus representaciones solía llevar siempre consigo un peine, un espejo y un huso, atributos muy antiguos de feminidad, magia y transcurso del tiempo.

Entre los griegos hay varios mitos que involucran espejos; por ejemplo el mito de Perseo, quien tiene que matar a una de las Gorgonas, Medusa, la única mortal. Para ello, el héroe voló con las sandalias aladas que le dieron las tres Gracias, mientras Atenea sostenía encima de Medusa un escudo de bronce bruñido a modo de espejo, para que el guerrero pudiese contemplar la escena sin tener que mirar los ojos de la terrible Gorgona, quien tenía la facultad de transformar en piedra a sus observadores. Con este truco, Perseo pudo cortarle la cabeza a Medusa.

Los romanos consagraron el lago Nemi –que tiene forma de cuenco– a Diana, diosa de la Naturaleza y de la Fecundidad; allí los sacerdotes de su culto realizaban ritos y ceremonias lunares, por lo que el lago pasó a llamarse “el espejo de Diana”.

En el panteón azteca también tenemos varios ejemplos de deidades relacionadas con espejos, como el dios Tezcatlipoca, “el Señor del espejo humeante”. Tezcatlipoca es uno de los dioses más antiguos del panteón y rige las hechicerías y los encantamientos. Su oscuro espejo humeante está relacionado con la Luna, y estaba hecho con hielo arrancado de la Tierra Primera “aún no alumbrada por el sol”.

En Japón encontramos el símbolo teológico del espejo, que es el emblema de la diosa Amaterasu, “el Sol”. La tradición dice que Amaterasu enfadada se escondió dentro de una caverna y que el resto de los dioses fabricaron un espejo octogonal que colocaron en la entrada de la cueva. Amaterasu, llena de curiosidad, salió a ver su imagen reflejada. Tiempo después, Ninigi, nieto de Amaterasu, recibe dicho espejo considerado la propia alma de Amaterasu.

Para los antiguos imperios japoneses, la espada, las joyas y el espejo son emblemas del poder imperial. Son estos emblemas los que recibe el emperador en una ceremonia secreta de sucesión. Si durante la ceremonia el espejo llegara a empañarse, esto sería indicio de que el candidato no es digno de convertirse en Hijo del Sol.

Para los celtas, el espejo es una “puerta” a esa otra dimensión que es el mundo astral; de ahí proviene la tradición europea de dar la vuelta o tapar los espejos cuando ha fallecido alguien recientemente, para evitar su regreso. Algunos pueblos antiguos en Europa pensaban que el alma humana radicaba en la propia sombra o en la imagen reflejada (en el agua o en un espejo); es probable que esa sea la razón por la que los vampiros no se reflejen en los espejos: carecen de alma.

En la religión judía es importante cubrir todos los espejos en una casa donde alguien ha muerto mientras que la familia realiza el Shiv’ah (el período de luto de siete días). De acuerdo con este culto, si los espejos no están cubiertos, el espíritu del difunto puede quedar atrapado en alguno y no pasar a la otra vida. En otras culturas van más allá, afirmando que los espejos deben ser cubiertos por la noche mientras la gente duerme en la casa, para asegurarse de que el alma del soñador no quede atrapada en uno de ellos.

 

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